domingo, 25 de agosto de 2013

'De repente la Vida' refleja ese momento en el que E. (un niño de tres añitos entonces), se giró muy a su estilo de pasar de las explicaciones de su profesora, y me miró directa y profundamente a los ojos. De repente... se resquebrajó dentro de mí una muralla de piedra sólida y cristalizada. Se me rompieron en un impacto visual años de dolor y corazas, sólo que ese... no era el momento. Ni yo podía explicar las lágrimas ni él podría entenderlas. ¿Cómo decirle que no todas las lágrimas nacen de la tristeza o del dolor? Que algunas son la liberación del Alma. Y la mía... la estaba liberando en ese momento él, un ángel de tres años. Siempre será mi ángel, pero eso... él no lo sabe.


DE REPENTE LA VIDA

Dolores compactos de matices rasgados
que nunca me permití sentir,
necesitada de firme fortaleza
para levantarme siempre,
para poder seguir.

Llorar... privilegio de otros,
romperse... tampoco era para mí.
Siempre en pie, siempre adelante,
como la niña que quería ser,
como la heroína que nunca fui.

Acomodada en esos muros de granito
que se deshacen como arena al viento,
siento a la luz de cada caricia
que me rompo otra vez por dentro.

Sé vivir deshumanizada,
no ser nadie y pelear contra el tiempo.

Ser mujer y sentirme querida
reaviva una alma rota
que olvidé que poseía.

¿Qué posee a qué?

No importa.

Antiguos dolores se desfiguran
cuando me sonríe la vida,
se deshacen en cascadas
de agua tibia y sumergida.

Y sigue sin ser el momento
de romperse ante una sonrisa cristalina,
este ángel no puede entender
que no sé sentirme viva.

Aprendí a no ser mujer
para jamás caer vencida,

y hoy me vencen unos ojitos,
unos brazos y una sonrisa.

Y me gusta sentirme así.

Me gusta sentir la vida.

En esto se funden los nudos del dolor
y resbalan, a traición, desconcertando
a ese ángel que me mira.

Se le escapa que,
tras años arrastrándome por ella,
es nuevo para mí sentir la Vida.

 © Lucia Navarro Luna.



'Hoy sí entiendo' es un grito desesperado a esa persona que tuve a mis pies y se cansó de ser pisoteada por mis egos y juegos de niña. Es un grito desgarrado al hombre en el que se ha convertido aquel niño y del que, sin saber cómo ocurrió, terminé profundamente enamorada. 'Vuelve, amor, tu vista a mí...'

HOY SÍ ENTIENDO

Y ni aun entonces pude ver
la dimensión de tus silencios,
ni así en mi mente comprendí
la sutil fragilidad de tu tiempo.
No entraba en mi concepto del amor
tal pureza en un simple 'sentimiento',
tal dedicación por tu parte
era algo tonto en mis juegos.
<<Déjame respirar>>,
ese era mi argumento,
y por qué va nadie a llorar
si yo a nadie le atormento.
Vuelve, amor, la vista a mí
a ese 'yo'... que hoy sí entiendo
la dimensión de tus silencios,
la fragilidad de tu tiempo,
la pureza de un sentimiento,
la dedicación a algo que es más que un juego,
que para respirar
ya no basta el oxígeno en el viento,
y que sin saber cómo surgió,
así surge la tristeza por un
continuo tormento.

© Lucia Navarro Luna.





'Ilusión' habla de las ilusiones y de la obstinación. Alude, metafóricamente, a un calamar como representante de esa persona con la que alguna vez nos hemos obstinado ciegamente hasta llegar a enfrentarnos a los que nos quieren bien y perdernos a nosotros mismos.



ILUSIÓN


'Por el amor de un calamar
vi el mar aquí más cerca,
bajo el empeño de llegar
contra el viento y la marea.
Viérales como enemigos,
como rivales, como obstaculizantes;
mucho tardé en descubrir
cuánto trataban de evitarme.
Luchaban contra mi obstinación,
y no yo contra sus caprichos,
pero él era 'MI' calamar,
y lo quería...
porque era mío'.

© Lucia Navarro Luna.


 En la voz de Verónica Penalva Gómez, llega... 'Ilusión'