DAMA OTOÑAL
Al ecuador de mi verano
vislumbro barcos navegar
desde aquí no sé qué hay dentro,
desde allí... ignoro si me verán.
Me recuerdan nuestros descorchados
y una copa por limpiar,
restos de un naufragio...
un daño que quedó por calibrar.
vislumbro barcos navegar
desde aquí no sé qué hay dentro,
desde allí... ignoro si me verán.
Me recuerdan nuestros descorchados
y una copa por limpiar,
restos de un naufragio...
un daño que quedó por calibrar.
Deseo soñarte
cuando las luces se apagan,
y el fulgor de tu recuerdo
me atraviesa cuerpo y alma,
en un filo sin puñal,
afilado y trasversal...
que a la luz del viejo faro
muestra un banco tan olvidado
como quien reposa en su respaldo:
dulce dama otoñal
...con su bolso de piel marrón...
...y sus zapatitos de tacón...
atemporal y escarchada,
instalada en un mundo
al que hace tanto que dijo adiós.
Y es la sencillez de una mariposa,
ajena a su poder y a su fragilidad,
quien con su aleteo
atrae unos pasos
que ya nunca...
jamás...
volverán atrás.
© Lucía Navarro Luna